Es muy poco tiempo para todo lo que ocurrió; Colombia no había recibido antes una migración de este tipo y, como al país entero, a los periodistas nos tomó por sorpresa. Los migrantes venezolanos comenzaron a huir de su país mucho antes de que nosotros empezáramos a reportearlo, en aviones y en grupos familiares hacia Miami y también hacia Colombia, pero fue solo la salida masiva la que nos hizo detenernos en el tema.
La noticia se convirtió en medir los pasos y hacer, un poco, lo que hicimos al comienzo de esta presentación: contar los migrantes. Así relatamos sus historias en Venezuela, el paso por los puentes o las trochas y las eternas caminatas por los páramos y valles colombianos. Los acompañamos, los seguimos, vivimos con ellos algunos días y luego —casi todos— los dejamos ir.
A periodistas acostumbrados a cubrir los desplazamientos internos y migraciones de nacionales originados ambos en el conflicto armado, la primera alerta sobre la necesidad de planear el cubrimiento de migrantes nos llegó en el 2016 cuando miles de cubanos quedaron atorados en Turbo ante la negativa de Panamá de dejarlos pasar hacia su sueño americano.
Así como el tema fue inesperado, el tratamiento periodístico fue de choque, aunque la realidad es que no era nuevo, por el Bajo Atrato chocoano hacia Centroamérica llevan años pasando los migrantes. Sus huellas están estampadas en muchos lugares, como una abandonada escuela en el pequeño poblado de Puente América donde sorprende encontrar escritos en escritos en lenguas de tribus de Somalia y Bangladesh, cada una es la historia de un migrante que llegó al país por la Amazonía o la Orinoquía después de cientos de horas de viaje y a merced de los traficantes ilegales de migrantes.
Al tiempo se conocía sobre las migraciones africana y centroamericana. El de la migración no es un fenómeno único, está en Colombia y en nuestro continente, pero también en muchos otros países, es global. Esa es la razón por la que los autores de esta guía periodística tienen diferentes nacionalidades, creemos que las pistas para contar sobre la migración, seguir los pasos de quienes toman esta decisión e investigar sus causas y la incidencia en los países receptores debe ser integral y ocuparse de cómo hacer lo que en este libro se define como la representación periodística de los migrantes como ciudadanos del mundo.
Este manual, además, lleva a la reflexión sobre cómo hemos hecho hasta ahora la tarea, y ahí las lecciones aprendidas siempre serán de utilidad para evitar discursos que afecten la vida de los migrantes que deberíamos aprender a contar desde sus realidades y no desde nuestras visiones o experiencias, que en muchos casos están cargadas de prejuicios que, buenos o malos, les son ajenos.
Un agradecimiento muy especial para la Fundación Konrad-Adenauer-Stiftung, por invitarnos a trabajar juntos en el tema de los migrantes, por creer que las guías periodísticas que creamos en Consejo de Redacción tienen un efecto positivo en el periodismo colombiano, especialmente el regional y, ante todo, por respetar nuestra visión.
Y gracias también al Comité Internacional de la Cruz Roja, por enseñarnos que es mucho mejor unir los esfuerzos cuando tenemos una causa común y acompañarnos en este proceso que todos esperamos no termine aquí.